lunes, 5 de septiembre de 2016


Desde mi corondel: Sánchez mantiene el bloqueo institucional

 
 
Por Agustín Ferrer Ortiz
Dos investiduras fallidas a las que hemos asistido desde las elecciones generales del 20-D, la primera de Pedro Sánchez líder del PSOE que se presentó ante la negativa de Mariano Rajoy que no contaba con los apoyos suficientes para gobernar después de haber ganado unas elecciones con un margen muy limitado y la segunda del propio Rajoy que tras una segunda ronda electoral, no sólo volvió a ganar con más escaños, sino que con unos apoyos, eso sí, insuficientes que llegaban a los 170 escaño que aún no le permiten gobernar ni en minoría ante el fraude electoral y democrático por parte del socialista empeñado en su “no, es no” por un odio visceral y atroz contra el popular.
Desde mi punto de vista, que coincide con una gran mayoría, el gran culpable de esta estafa a la Democracia y al pueblo español, el culpable de este atentado contra la libertad del derecho de los ciudadanos a elegir libremente cuando no se está respetando su voluntad y de este bloque institucional es Pedro Sánchez que ha demostrado que España no está en su agenda personal más que como medio para usarla, llegar y tocar poder porque al mismo tiempo Sánchez disfruta con una España en funciones mientras los demás tememos que su bloqueo afecte al crecimiento y empleo y nos condena a repetir de nuevo las elecciones en una más que segura tercera consulta en los días de Navidad.
El socialista está creando una grieta dentro del propio seno del PSOE que no entienden lo que está haciendo y menos el daño que les va a costar de cara a unas terceras elecciones a tenor de los datos que ofrecía el CIS ya presagiando esta situación y que mermará en mucho el número de votantes que se mantendrán fieles que en la convocatoria última no llegó a los 6 millones de votantes y que estos incluso le están pidiendo al propio candidato que abandone su egoísmo y vote abstención para que España tenga un gobierno y se rompa ese bloque institucional que perjudicará muy gravemente a España que ya sufre las consecuencias fuera de nuestras fronteras y que sufrirá un daño irreversible por el cinismo de un egoísta que viene demostrando día a día y a cada instante y que puede llegar a romper el PSOE ante la debilidad de los barones por contener las aspiraciones de quien no está capacitado para gobernar y de quien es un lastre para el propio partido.
José Luis Rodríguez Zapatero, el menos capacitado para hablar ya que es el que nombró a Sánchez su sucesor conociendo su estampa, ha aseverado que “unas terceras elecciones menoscabarían la confianza de los ciudadanos en los políticos” y continua diciendo que “aboga por un pacto entre partidos para desbloquear la falta de Gobierno en España, iniciativa que los electores «sabrán valorar” y le deja bien claro a su pupilo que “pactar no es traicionar”. Exacto, así es, pero lo que está haciendo Sánchez es una traición al Estado y al sistema democrático ante su empeño de querer ser presidente cueste lo que cueste y caiga quien caiga lo que nos llevaría a tener el peor presidente y sin duda un impotente gestor que se enfrentaría constantemente al Partido Popular, que hay que recordar tiene mayoría absoluta en el Senado y que frenaría cualquier ley que pretendieran.
Y ahora dice Pedro Sánchez que se ofrece para “liderar un gobierno limpio,  social y justo”, pero la pregunta es para esta alternativa que va a hacer con los inaceptables peajes que necesita para gobernar, cómo va a atender a las exigencias de los separatistas catalanes o a las manipulaciones de dudosa higiene política de Podemos y su cabecilla Pablo Iglesias, quien pretenderá ser vicepresidente y controlar las carteras más importantes así como estamentos tal como el CNI o el CIS. Un verdadero galimatías que no le va a dar opción para gobernar ya que por otro lado el PSOE está dispuesto a pasarle por la guillotina tras las elecciones en Galicia y País Vasco el 25 de septiembre en un congreso extraordinario del partido. Lo que está claro es que PSOE + Ciudadanos + Podemos nunca será una coalición viable por mucho que se empeñe Pablo Iglesias con una nula credibilidad política pese a su verborrea universitaria.
Y otra grave consecuencia de esta ineptitud es que a los españoles nos va a costar más de 500 millones de uros si llegamos a unos terceros comicios, dinero que evidentemente sale del bolsillo del contribuyente y que nuestros políticos están malgastando de forma criminal, y si, digo criminal porque es un crimen contra la ciudadanía, contra el pueblo soberano que no tiene porque soportar las imbecilidades e ineptitudes de un individuo abocado al fracaso y que se sostiene por su maldito ego arrastrando a los suyos por el mismo calvario de la humillación y la derrota, especialmente sus allegados que creen que serán ministrables en un gobierno formado por socialistas e izquierda radical, un coctel molotov que estallará en pocos días si se llega a formar.
Pero hay una lectura a todo esto y es que es urgente cambiar la Constitución de manera que en un futuro gobierne la lista más votada y que no se necesite de cambalaches circenses como los que hemos estado viendo y donde otro elemento como Ciudadanos con Alberto Rivera al frente ha querido jugar una partida en la que sigue siendo un claro perdedor porque tampoco en la segunda convocatoria le fue mejor que al candidato socialista y perdió un considerable número de escaños que regresaron al Partido Popular porque eran votantes de la formación azul en un principio cabreado con Rajoy pero después hasta los mismísimos de las actuaciones infantiles del catalán que más parecía un gallego pues nunca sabes si va o viene y menos con su estilo de hoy digo una cosa y mañana digo otra.
Y si me permiten para finalizar, para sanear en estos momentos el Congreso, todos estos líderes deberían abandonar la primera línea y dejar paso a quienes puedan realmente trabajar sin odio entre ellos y mirando por el futuro de España. No Rajoy, no Sánchez, ni Rivera ni el propio Iglesias pueden repetir tras los fracasos obtenidos aunque vivimos en un país de chupópteros incapaces de soltar la poltrona y menos la teta del estado.


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