miércoles, 18 de marzo de 2015

Opinión: Valencia huele a perfume y clavel

 
 










Por Agustín Ferrer Ortiz.
Valencia lleva unos días disfrutando a pleno pulmón y con intensidad de las fiestas falleras y por doquier escuchamos sonidos que durante medio mes nos son familiares, forman parte de nosotros y de nuestra idiosincrasia valencia y ese olor intenso de la pólvora se une, ya casi en el final de la fiesta, al aroma de ramos de flores que miles de mujeres valencianas portan, como si de un hijo se tratara, para ofrecérselos a nuestra Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia y de todos los valencianos estén donde estén.
Valencia se convierte en un vergel florido, el  más bello vergel, lleno de belleza por sus mujeres y sus flores; mujeres bañadas por el Turia y flores regadas por el mismo para sacar de ellas lo mejor, su belleza y su color, porque si belleza tiene cualquier ofrenda a la patrona en cualquier ciudad, puedo asegurar y no por amor a mi tierra pues soy nacido en Zaragoza, tierra de nobles e hidalgos, la de Valencia, es sin duda la más espectacular, la más brillante, la más vibrante y sin duda la que más emoción causa cuando la observas.
La tierra valenciana ampara con el manto rojo intenso de los claveles de este año, a todos sus ciudadanos y a aquellos que nos visitan y comparten con nosotros la felicidad y el gozo de una tradición milenaria e histórica como son las fiestas de las Fallas, que colapsan calles, plazas y cafés entusiasmados y atónitos por lo que ven, por lo que viven, por lo que disfrutan y que cuando acaban la jornada siguen buscando más por que el día se les ha quedado corto y las horas han pasado excesivamente rápidas en el disfrute de la fiesta josefina.
No hay palabras más hermosas que esas que en silencio nacen en nuestros corazones cuando nos acercamos por la plaza de la Virgen y observamos esa gigantesca estructura de madera plagada de bellísimas flores pulcra y metódicamente colocada por verdaderos artistas florales para vestir a nuestra Virgen y pedimos con amor y devoción, con cariño y pasión, dentro de una silenciosa oración por un milagro o promesa para el año porque en Valencia el año, empieza en las Fallas. Vemos ancianos que miran a nuestra Señora con esa nostalgia de los años vividos, parejas que se juran su amor, padres que alzan a sus hijos y niños que miran con incredulidad tan maravilloso espectáculo, pero todos en el fondo con la misma frase, esa que nos sale y que habla de nuestro amor por Ella, la más hermosa, la más bella de todas.
Muchos son los actos que a los valencianos nos llenan de alegría, pero no hay ninguno comparable a la ofrenda floral si además hemos disfrutado de una buena mascletá y saciado nuestro apetito con una rica paella. Por eso los valencianos abrimos nuestros brazos y nuestros corazones para invitar a que todos participen de la fiesta y ven el pasear gracioso de nuestras bellezas caminando prestas a darle a la Virgen de los Desamparados sus besos en capullos de flores que será eso, un vestido de besos del pueblo valenciano.

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