miércoles, 24 de septiembre de 2014


Valencia ¿la ciudad de la luz y del color?... Antes, ahora no.

Agustín Ferrer Ortiz.-
Si, es una pena. Una de las ciudades más hermosas no es más que una fantasía para turistas e ignorantes que nos visitan y se creen las falsas milongas que les cuentan. Toda una farsa.

Recientemente a Valencia se le otorgó el premio como una de las ciudades más limpias de España y de Europa y sinceramente no me rio porque no podrían leer mis carcajadas ante esa infamia, especialmente no lo hago por vergüenza torera, ya que quien les escribe ha tenido la ocasión de poder recorrer diversas capitales europeas así como españolas  y francamente, la nuestra deja mucho que desear.

Imagino que los responsables de otorgar tan dudoso premio visitaron puntos de la ciudad muy concretos por donde se mueven los turistas, como es la Plaza del Ayuntamiento, la zona de la catedral y Palau de la Generalitat, así como la Ciudad de las Ciencias y las Artes que como comprenderá el lector están impecables para causar esa buena imagen que otorga galardones, pero que tapan la verdad de una ciudad que tiene ya el millón de habitantes y que ha crecido desmesuradamente en los últimos años. Estos no llegaron a ver calles sucias con olores insoportables que te llegan hasta lo más profundo de las fosas nasales sin que se te valla por todo el día.

Si nos diéramos una vuelta por la Valencia real, aquella en la que viven los ciudadanos y no los turistas veríamos una ciudad diferente, triste, apagada, sucia por la que no da gusto pasear ni caminar para hacer gestiones por el peligro de pisar heces caninas, orines de la gente borracha que los fines de semana usan las aceras para hacer sus necesidades úricas y donde las terrazas de los bares ocupan gran parte de la acera porque está es extremadamente pequeña para una mesa y peatones. Una vergüenza de ciudad que Rita Barberá desconoce ya que ella vive en la zona de Glorieta junto a Capitanïa Militar y esa zona, si que está, como dicen las pijas residentes en esas calles, “divina de la muerte”. Pero quisiera recordarle a la señora Barberá el barrio de Jesús donde vivía o la zona de la estación de autobuses donde tanto tiempo residió con sus padres y que las visitara ahora para darse cuenta de que el premio es del todo desmerecido.

Observamos los gastos descomunales que el Ayuntamiento de Valencia se gasta en protocolo, juergas populacheras y demás saraos de los que Rita Barbera le gusta ser la gran reinona, la gran protagonista o la “mujer de rojo”, mientras la ciudad nada en la inmundicia, en árboles que hace años necesitaban ser talados, palmeras que llevas décadas sin ser limpiadas y calles llenas de excrementos de todas clases e insoportables olores en callejuelas u otras calles estrechas, con jardines abandonados llenos de escombros que la gente impúdica usa como basureros o campos sexuales llenos de condones usados. Esa es la verdadera Valencia que Rita no quiere ver. Esa es la Valencia que no se muestra a los turistas. Esa es la Valencia que no obtendría ni el último galardón que se diera. Esa es la Valencia en la que tenemos que convivir cientos de valencianos olvidados por unos políticos que se ponen una venda en los ojos y que si recurren a esos menesteres cuando hay elecciones, como ya es sobradamente sabido.

Servidor ha tenido la ocasión de vivir durante unos diez años en la hermosa ciudad a la vez turística de Xàtiva y puedo asegurarle que a excepción de algún desalmado, algunos gamberros y algún ciudadano nada preocupado por su prójimo al pasear con sus canes y dejar los excrementos de estos en las aceras, es una ciudad merecedora de la escoba de oro que le ha sido otorgada en varias ocasiones y sirva de ejemplo comprobar cómo su concejal del ramo, Jorge Herrero, ilustra a sus vecinos a través de fotografías en las redes sociales para que puedan comprobar las diferentes labores de limpieza y obras menores que adecentan la ciudad para dolor de estómago de la oposición que se dedican a  criticar lo que ellos ni hacen cuando gobiernan. Así que le daría un consejo a Rita Barberá para que compruebe como su homólogo Rus cuida de su ciudad y de sus ciudadanos.

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