Valencia ¿la ciudad de la luz y del
color?... Antes, ahora no.
Agustín Ferrer Ortiz.-
Si, es una pena. Una de las ciudades más hermosas no es más que una
fantasía para turistas e ignorantes que nos visitan y se creen las falsas milongas
que les cuentan. Toda una farsa.
Recientemente a Valencia se le otorgó el premio como una de las
ciudades más limpias de España y de Europa y sinceramente no me rio porque no
podrían leer mis carcajadas ante esa infamia, especialmente no lo hago por
vergüenza torera, ya que quien les escribe ha tenido la ocasión de poder
recorrer diversas capitales europeas así como españolas y francamente, la nuestra deja mucho que
desear.
Imagino que los responsables de otorgar tan dudoso premio visitaron
puntos de la ciudad muy concretos por donde se mueven los turistas, como es la
Plaza del Ayuntamiento, la zona de la catedral y Palau de la Generalitat, así
como la Ciudad de las Ciencias y las Artes que como comprenderá el lector están
impecables para causar esa buena imagen que otorga galardones, pero que tapan
la verdad de una ciudad que tiene ya el millón de habitantes y que ha crecido
desmesuradamente en los últimos años. Estos no llegaron a ver calles sucias con
olores insoportables que te llegan hasta lo más profundo de las fosas nasales
sin que se te valla por todo el día.
Si nos diéramos una vuelta por la Valencia real, aquella en la que
viven los ciudadanos y no los turistas veríamos una ciudad diferente, triste,
apagada, sucia por la que no da gusto pasear ni caminar para hacer gestiones
por el peligro de pisar heces caninas, orines de la gente borracha que los
fines de semana usan las aceras para hacer sus necesidades úricas y donde las
terrazas de los bares ocupan gran parte de la acera porque está es extremadamente
pequeña para una mesa y peatones. Una vergüenza de ciudad que Rita Barberá
desconoce ya que ella vive en la zona de Glorieta junto a Capitanïa Militar y
esa zona, si que está, como dicen las pijas residentes en esas calles, “divina
de la muerte”. Pero quisiera recordarle a la señora Barberá el barrio de Jesús
donde vivía o la zona de la estación de autobuses donde tanto tiempo residió
con sus padres y que las visitara ahora para darse cuenta de que el premio es
del todo desmerecido.
Servidor ha tenido la ocasión de vivir durante unos diez años en la
hermosa ciudad a la vez turística de Xàtiva y puedo asegurarle que a excepción
de algún desalmado, algunos gamberros y algún ciudadano nada preocupado por su
prójimo al pasear con sus canes y dejar los excrementos de estos en las aceras,
es una ciudad merecedora de la escoba de oro que le ha sido otorgada en varias
ocasiones y sirva de ejemplo comprobar cómo su concejal del ramo, Jorge
Herrero, ilustra a sus vecinos a través de fotografías en las redes sociales
para que puedan comprobar las diferentes labores de limpieza y obras menores
que adecentan la ciudad para dolor de estómago de la oposición que se dedican
a criticar lo que ellos ni hacen cuando
gobiernan. Así que le daría un consejo a Rita Barberá para que compruebe como
su homólogo Rus cuida de su ciudad y de sus ciudadanos.
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