martes, 24 de junio de 2014


Editorial: El PP apuesta por la transparencia y la cercanía con el ciudadano

Agustín Ferrer Ortiz.-
Decía hace unos días Emilio Llopis, brazo derecho y amigo inseparable de Alfonso Rus, que el Partido Popular en la Comunidad Valenciana quiere hacer una apuesta firme por la transparencia y la cercanía para con el ciudadano. Francamente lo necesitan.

Francamente el propósito es muy bueno y muy loable, pero llevarlo a cabo desde el PPCV va a ser un trabajo del todo casi imposible por el carácter de señoritingos que tienen el noventa por ciento de los políticos de este grupo y tienen también el moco subido y les cuesta mucho hablar con la plebe y sinceramente, de esos, quien les escribe conoce unos cuantos, como si bajar de la nube celestial en la que viven y ponerse a niveles inferiores fuera a ser algo que perjudique a sus carreras. Sirva decir también que en los partidos de la izquierda valenciana también hay mucho elemento que se cree en estos altos niveles y bajarse es como sentirse inferior ante sus iguales.

El ciudadano quisiera ver a sus políticos no solo cuando están dado sus mítines para reclamarles el voto con promesas que se cumplen a medias y en muchos casos ni se cumplen. Quieren verlos andando por las calles de la ciudad, conversando, tomando un café, no en restaurantes de lujo y con coches oficiales que pagamos con nuestros impuestos. Quieren su cercanía, un saludo, un apretón de manos y que demuestren que realmente les interesan nuestros problemas. Que vivan la calle con fervor y pasión y no la poltrona cómoda de un despacho con suculento sueldo a final de mes, que es definitiva lo que vienen demostrando.

Gran parte de la culpa del resultado negativo, pésimo, desastroso obtenido por el Partido Popular en las europeas en la Comunidad Valenciana, no vienen provocado por el aumento de votos hacia la izquierda más radical de podemos que han sido los votos que ha perdido el PSPV, sino, la abstención que ha sido la enemiga real, porque esa abstención es la de los votante populares que no han visto realizadas las verdades que prometían y por ende han castigado a su partido, también porque se encuentran a años luz de distanciamiento con sus políticos, no solo ya en Valencia donde más se nota, sino en muchísimos pueblos de la geografía valenciana y no quiero decir nombres porque ellos saben perfectamente quienes son.

Sinceramente he coincidido con muchos políticos y en pocos de ellos he encontrado esa necesidad personal de acercarse al pueblo, como digo, de una simple conversación que demuestre el verdadero interés por aquellos menesteres que preocupan a la sociedad, porque probablemente se encontrarían con una sociedad menos crispada, más dispuesta al diálogo y menos a las manifestaciones y protestas con tintes más belicosos que democráticos, juego que está aprovechando la extrema izquierda radical para llevas las ascuas a su brasero y evidentemente estar dispuestos a discutir en sociedad aquellos asuntos que tanto gustan de esconder y que ni siquiera comentan en las redes sociales que al caso, solo sirven para verles sus fotos de postín en procesiones o celebraciones magnas que no son más que un insulto hacia una sociedad esclavizada por la crisis y por los problemas sociales que día a día tienen que soportar.

Un ejercicio de humildad le vendría extraordinariamente bien al Partido Popular y de paso también al PSPV de Ximo Puig que pierde cuartel en pro de Compromís y Podemos, algo muy peligroso para los buenos intereses de esta tierra, bajarse de esas nueves de algodón en las que se encuentran y que tanto daño está haciéndoles, amén de muchos cambios de imagen que requiere el PPCV, un cambio radical de personas que están en la primera fila tal y como está promulgando Isabel Bonig y como también desea Alfonso Rus que sería el candidato ideal a presidir la Generalitat Valenciana, falta de un líder honesto, sincero, trabajador y cercano a la ciudadanía, que disfruta de almorzar con sus amigos y fumarse un puro en amena conversación. Un hombre que no teme llamar a las cosas por su nombre y plantarle cara al más pintado, con unos principios éticos y morales de primer orden.

En definitiva son ellos mismos los que deben olvidar esa lejanía que tienen con los ciudadanos a los que solo se acercan para la foto durante las campañas políticas con la sonrisa “profident” que luego se convierte en olvido ya que ni siquiera recuerdan sus promesas, sus deberes y sus obligaciones, buscando nada más que sus derechos y sus bienes. Y así, un político nunca alcanzará la cúspide de la gloria y se convertirá en el “burro Victoria que pasa sin pena ni gloria”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario