domingo, 27 de abril de 2014



Agustín Ferrer Ortiz.-
Estamos precisamente en alerta naranja ante la posibilidad de incendios en nuestros montes y recientemente, hace unos pocos días, la sierra de Calicanto en Torrent sufría las consecuencias que causan las llamas y que nos ha dejado  a muchos que conocíamos esa sierra, bastante tristes por el significado que tiene en quienes hemos estudiando en el colegio de Calicanto y hemos hecho deporte por sus sendas.
Ante estos hechos, las medidas que se toman sin duda importantes siguen siendo pocas, aunque nunca sabemos donde la furia del fuego tomará revancha sobre unos montes ciertamente abandonados y mal cuidados, con un escaso control de vigilancia por mucho que nuestros políticos quieran decirnos lo contrario y por muchos esfuerzos que las brigadas de bomberos hagan.
En Cullera la celebración de las fiestas dedicadas a la Virgen del Castillo, tienen como tradición que desde la misma montaña, tal y como dice el concejal de Policía
José Gil, lanzar los fuegos artificiales desde la misma, pero esto señores, hoy en día con los riesgos que conocemos en base a la situación de nuestros montes, ante la escasez de medios y ante las alarmas que desde la Generalitat Valenciana lanzan, es algo que no se tendría que haber permitido y he aquí las consecuencias.
 ¿A quién hacemos ahora responsable? Sin duda alguna el primer edil de Cullera, Ernesto Sanjuan y seguidamente al propio concejal José Gil quienes sin demora deberían estar ya presentando sus dimisiones por negligencia y dejación en sus responsabilidades.
¿Qué vamos a ver cuando nos asomemos a los balcones de los apartamentos que miran al Castillo y veamos todo ese monte chamuscado, sin sus zarzas o carrascas, triste y gris? Veremos una imagen gris y oscura por permitir un acto que si bien era tradición, debería haberse cambiado a sabiendas del peligro que esto conlleva. Y los responsables no pueden salir al paso con una simple declaración de que lleva años haciéndose así que es cierto, que yo lo he vivido desde mi más tierna infancia, pero que hoy en día ya tendría que haberse buscado una alternativa al lanzamiento de fuegos pirotécnicos.
Es una lástima que Ernesto Sanjuan está más preocupado por sus funciones en la Diputación de Valencia y en el Patronato de Turismo que en su Cullera natal, una población valenciana que vive del propio turismo, que son miles los ciudadanos que veranean en esta población y que este año observarán con un nudo en la garganta y mirada de impotencia, la dejadez política de quien es el máximo responsable de la población.
Por desgracia, no será más que el principio de lo que será el verano y si muchos de estos incendios vienen provocados por la mano de enfermos y pirómanos enloquecidos, esta vez ha sido la mano del político con su autorización y falta de previsión, quien ha provocado que Cullera sea hoy un poco más gris.

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