De nuevo los intolerantes irresponsables hacen su jugada anti valencianista

 

 

 

Agustín Ferrer Ortiz.-

Lo sé, sé perfectamente la de insultos que me van a caer encima, la de improperios que los perro-flautas de la izquierda van a soltarme en cuanto lean este artículo, pero sinceramente me hierve la sangre cuando veo el comportamiento incívico y el elevado grado de analfabetismo al que es capaz de llegar la izquierda retrógrada valenciana. Pero sinceramente, me la trae al pairo lo que esta gente pueda decirme, de que familiar mío se quieran acordar, porque lo único que sucede es que responde a la conducta amoral y dictatorial que esta gentuza usa como único argumento.

No necesito tampoco que nadie de la derecha salga en mi defensa o me dejen sólo, porque no escribo ni para unos ni para otros, simplemente escribo para criticar conductas impropias de personas que amparadas bajo siglas políticas ensucian el nombre de esas siglas y los ideales políticos de una fuerza política cuyas únicas posibilidades que tienen es la de simplemente contentarse con un mínimo puñado de votos que no les da ni para el pataleo.

Pues no, no me pienso callar y pienso seguir denunciando las barbaries que cometen aquellos que su irresponsabilidad les lleva a cometer estas acciones fuera de toda lógica y a los cabecillas de quienes se esconden bajo unas siglas con las que quieren exigir respeto pero menosprecian su tierra, su cultura, sus tradiciones, a esos que en vez de luchar por su tierra, prefieren verla vendida al imperialismo catalanista.

¿Y qué quieren qué les diga? La verdad, que hay que ser muy cafre para actuar como vienen haciendo estos radicales, además con una impunidad rotunda ya que nadie hace nada por evitarlo, cuando debería, el partido político que los respalda, pagar fuertes multas especialmente porque son ellos, esos políticos, los que están crispando la situación política y a sus fieles perro-flautas que están buscando el momento para expresar su intolerancia con el gamberrismo, el insulto o incluso la amenaza llegando a poder ser catalogados propiamente de terroristas, ya que actúan a escondidas, sabiendo que lo hacen con alevosía y por la espalda para que nadie les vea las caras.

Lo decía recientemente Serafín Castellano; “ni la cuatribarrada ni el tripartito representan a la Comunidad Valenciana ni a los valencianos”. Y es cierto, porque esta tierra tiene unas señas de identidad que la identifican dentro de la gran nación que es España y debe ser respetado por toda la ciudadanía sean de la condición que sean, pero ante todo porque son nacidos en la tierra valenciana y no tiene cabida esa floreciente ansia de catalanismo arrogante, falso, mentiroso, inexistente y ya del todo aburrido que lo único que viene a demostrar y vuelvo a repetirlo, es que esta pandilla de indocumentados muestren su amplio nivel de analfabetismo histórico y cultural y su bajeza por el desprecio a la cultura de su tierra, la tierra valenciana.

No se puede estar insultando, abucheando o amenazando y que después no quieran que existan réplica so represalias. Cada uno debe ser consciente que ciertos actos pueden estar penados y no pueden ni deben quedar impunes. La izquierda no puede cometer actos de vandalismo o gamberrismo y reírse  apierna suelta y poner el grito en el cielo cuando se les ataca a ellos moral y verbalmente y deben aprender que la educación y los buenos modales no es exclusivo de la derecha, sino que forma parte de la educación de cada uno de los seres humanos. Probablemente es algo que les cueste de meter en sus atrofiadas molleras, ya abarrotada por el odio, el rencor y por esos malos modales que ya resultan característicos en ellos.

Sin duda, estos intolerantes deben volver al camino del dialogo, del consenso, del entendimiento, del respeto por lo propio y por lo ajeno y definitivamente, deben volver al camino de la Democracia y el respeto a la Carta Magna de España y al respeto al Estatut de la Comunitat Valenciana y por supuesto volver la respeto por las señas de identidad de esta tierra, de esta región, de esta Comunitat que nada tiene que ver con otras pero que sin lugar a dudas, está hermanada con el resto de comunidades en la unidad del Estado.